Casi medio siglo para reconocerme
ignorante, medio siglo buscando en un reflejo, buscándote en mi mirada. Y tu,
siempre mirando más allá. Ahora los mapas de mi rostro ya no me engañan,
después de medio siglo ya no te busco.
No has estado en cicatrices ni
arrugas, ahora, ya no busco el llavero del destino, te he escondido por algún
lado.
Esperas mi alma encarcelada en
vano.
[Alguien toca mi hombro por fin
después de tanto tiempo]
-Amigo poeta, otra vez divagando?
[Entre dientes susurro]
-(Hablando con dios y conmigo del destino)
[Le contesto]
- Si me pagas un café te lo cuento, con una sopa te
lo recito, con un postre, lo leemos en voz alta por dentro.
Otra vez solo frente al espejo,
caliento mis manos con la taza, doy un sorbo y exclamo.
- !Gracias mecenas, te espero otro
día!
Tomo en mi mano la pluma,
despliego y plancho una servilleta sobre la mesa, y escribo...
Las doce y media y solo un café,
triste destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.